/ ARTÍCULO
Diseñando el éxito: Cómo construir una cultura que impulse nuevas 'ventures'

Juan Ornia
Operations & People Manager
14 jul 2025
Diseñando el éxito: Cómo construir una cultura que impulse nuevas 'ventures'
¿Sabías que la permanencia media de un empleado en muchas de las grandes empresas tecnológicas es inferior a dos años? Esta cifra se estima inferior cuando se trata de empresas de nueva creación o startups. Estos datos, más que una crítica, son un síntoma de un mercado de talento que se mueve por palancas muy distintas a las tradicionales. Si bien algunos factores que prevalecen tienen que ver con la estabilidad, el ritmo de trabajo, o la compensación, otros ganan terreno como el desarrollo de carrera, el impacto del trabajo, o los valores y el propósito de la compañía.
En paralelo, un estudio revela que el 56% de las compañías en España reconoce que ciertos aspectos de su cultura organizativa les impiden ser tan innovadores como desearían. Si unimos ambos puntos, surge una conclusión relevante: la cultura se ha convertido en el campo de batalla decisivo no solo para atraer, sino para activar el potencial del mejor talento.
Más allá de beneficios visibles o los valores corporativos pintados en la pared, la verdadera cultura de una empresa reside en su dinámica diaria. Cómo se trabaja, cómo se comunica, cómo se diseñan los procesos, cómo marcan el rumbo y toman decisiones los líderes… Abarca desde cómo se ficha y se despide, hasta cómo se da feedback, cuáles son los estándares de calidad del trabajo, cómo se gestionan los errores y se celebran los aciertos, etc. Porque la cultura es lo que se respira, lo que sucede cuando nadie mira, y lo que define la identidad real de una compañía.
Redefiniendo el Terreno de Juego: Equipo de Alto Rendimiento
El objetivo es cultivar una cultura que cuide de las personas y, a la vez, las impulse a alcanzar su máximo potencial. El bienestar y el alto rendimiento no son incompatibles sino que deben ir de la mano y, en equilibrio, se convierten en el motor de cualquier compañía. En Byld, nos centramos en el bienestar a través de beneficios tan disruptivos como la jornada de 4 días, pero creemos igualmente fundamental ser la mejor opción para el desarrollo de nuestro equipo, creando un entorno de innovación donde múltiples ventures de diferentes territorios se idea, validan, y lanzan en paralelo.
Una de las metáforas más extendidas y, a la vez, más limitantes cuando se habla de cultura es la de "somos una familia". Si bien esta visión parte de una intención positiva de cohesión, puede tener limitaciones en un contexto de innovación y desarrollo profesional. Una familia se basa en lazos incondicionales, mientras que un equipo de alto rendimiento se une por un compromiso compartido hacia una misión ambiciosa, donde la contribución de cada miembro es fundamental.
Este enfoque de equipo de élite define nuestra forma de operar. Apoyamos y acompañamos a cada jugador para que brille y crezca, pero con la honestidad de esperar un compromiso recíproco. En un modelo tan dinámico como el venture building, adoptar esta mentalidad de equipo de alto rendimiento es una decisión estratégica para Byld. Nos permite atraer y consolidar a profesionales que no solo buscan un buen trabajo, sino un desafío a su altura. Esta densidad de talento, unida por una cultura de confianza y exigencia, es precisamente lo que nos da la capacidad y la agilidad para idear, validar, y lanzar múltiples ventures en paralelo.
Una Cultura que Atrae y Evoluciona
Una vez definido el terreno de juego, es fundamental entender qué motiva a los mejores jugadores a unirse y permanecer en el equipo. La respuesta raramente se encuentra exclusivamente en los paquetes de compensación tradicionales. Buscan un entorno que les rete intelectualmente y les ofrezca oportunidades reales de crecimiento. Anhelan sentir un propósito, entender cómo su trabajo diario contribuye al éxito de una venture. Y, sobre todo, aspiran a ser parte de una cultura fuerte donde se sientan valorados y escuchados.
En paralelo a la idea de la cultura que atrae, la cultura no puede ser un elemento estático; debe ser una entidad viva que evoluciona al ritmo de la propia compañía. Esta adaptación es crucial y se manifiesta en todos los niveles: desde los pequeños rituales y las dinámicas diarias de un equipo, hasta los grandes procesos que vertebran la organización.
Por ello, es un error pensar que existen culturas buenas o malas en términos absolutos. No existe un modelo estándar, sino un traje a medida que debe diseñarse enfocado en las personas y en función de la naturaleza del negocio y de sus necesidades. La clave es diseñar el entorno que mejor sirva a la estrategia, asegurando que la cultura sea siempre un acelerador, y no un freno, para nuestros objetivos.
Escucha, Liderazgo y Coherencia
Si entendemos la cultura como el sistema operativo de la empresa, es evidente que no puede dejarse al azar. Al contrario, se diseña, se construye y se mantiene de forma consciente. Este diseño se apoya en algunos aspectos fundamentales.
Uno de ellos, probablemente el más importante, es la escucha activa. Una encuesta puede ser un indicador, pero nunca el único termómetro. La clave es entender cómo "respira" el equipo, una cultura de feedback honesto y constante, impulsada por líderes cercanos que pisan la oficina, se focalizan en las personas, y generan los espacios para que las conversaciones importantes sucedan. Es en esa cercanía es donde se encuentran los insights más valiosos.
El segundo pilar es un liderazgo que personifica la cultura. Los valores no se transmiten a través de carteles, sino a través de las decisiones diarias de los líderes. A quién contratan, a quién promocionan y por qué, cómo actúan y dan ejemplo, y un largo etcétera de decisiones que definen lo que la organización valora en realidad.
Finalmente, la coherencia en los sistemas es lo que ancla la cultura a la realidad operativa. Los procesos de la empresa deben ser el reflejo de los comportamientos deseados. Si se valora la colaboración, los incentivos deben ser grupales. Si se prioriza la agilidad, hay que identificar y eliminar la burocracia innecesaria, asegurando que la estructura trabaje a favor de la cultura, y no en su contra.
En resumen, construir una cultura de alto rendimiento es un ejercicio de diseño consciente y constante. Una decisión estratégica de crear un entorno del que el talento excepcional quiera formar parte. El reto consiste en pasar de la cultura por defecto a la cultura por diseño. No dejar que simplemente suceda, sino construirla cada día.